La empresa del futuro

 In 1. Prospectiva estratégica

Pensar en la empresa del futuro es pensar en la economía real, es decir; en la manera como vamos a generar riqueza en el mundo del mañana. Igualmente, pensar en los administradores del futuro es pensar en la función que deberán cumplir quienes tendrán la tarea de hacer efectiva la economía real y ponerla a crear riqueza. No hacerlo, equivale a cumplir lo que decía el escritor Oscar Wilde acerca de la economía: “aconsejar economía a los pobres es como sugerir que no coma el que se está muriendo de hambre”.

Para que no se cumpla el aforismo de Wilde es fundamental reconocer que las empresas que conocemos simplemente no pueden ser exitosas porque están jugando con las reglas de juego del pasado. Es decir, que los emprendimientos del futuro deberán estar anclados en una etapa superior del conocimiento que es el mundo “inteligente”.

El ritmo vertiginoso al que nos está llevando el cambio tecnológico hace que el conocimiento acumulado por el ser humano a lo largo de los siglos se duplique en pocos años. Estamos viviendo una época caracterizada por la intensidad del conocimiento y la abundancia de la información. Este fenómeno está llamado a incrementarse hacia el futuro haciendo cada vez más perfecta la llamada “sociedad y economía del conocimiento”. 

Esta situación se configuró con fuerza desde los años ochenta cuando comenzaron a desplazarse los valores tradicionales de productividad, basados es la trilogía de tierra, capital y trabajo, por un nuevo elemento fundado, como dijimos, en la información y en el conocimiento.  

Así pues, en las últimas décadas del siglo anterior, la empresa había iniciado su migración desde el concepto tradicional de capital, que se cristalizaba en inversión, activos fijos y dinero líquido, hacia nuevas formas de bienes intangibles como el “good will”, el “know how” y el “capital intelectual”, más valiosos que los tradicionales y cuya transacción se lleva a cabo en tiempo real y en un medio que ya no es el analógico habitual sino el espacio virtual. 

Esta situación había sido percibida en los años sesenta por el sociólogo americano Daniel Bell en su célebre libro “El Advenimiento de la Sociedad Post Industrial”, teoría que posteriormente fue confirmada por Peter Drucker en otra obra “La Sociedad post capitalista” y difundida por el futurista Alvin Toffler en los años ochenta, por medio de dos muy conocidos trabajos: “La tercera ola” y “El Shock del Futuro”. Mañana, la sociedad y la economía del conocimiento serán mucho más perfectas, como lo anunciaba nuevamente Toffler en otro escrito cuyo título: “La revolución de la riqueza”, de más reciente factura. Posterior a Toffler aparecen las teorías de las “revoluciones industriales”. 

En el 2011 irrumpe Jeremy Rifking con “La tercera revolución industrial”. El mundo ha experimentado tres cambios fundamentales que se explican por la evolución en las comunicaciones y la energía las cuales fueron exitosas porque dieron lugar a una infraestructura articulada y dinámica generadora de vitalidad y cambio. Así, en el siglo XIX, estos elementos se manifestaron en la máquina de vapor y la imprenta a vapor los cuales perfilaron la Primera Revolución Industrial. A comienzos del siglo XX, los cambios fueron el teléfono y la radio, por una parte, y el petróleo y la electricidad, por otra parte. De esta forma se perfeccionó la Segunda Revolución Industrial. El siglo XXI presenció el nacimiento de la Tercera Revolución Industrial con la articulación entre internet y las energías renovables. Es obvio que ninguna de las revoluciones hubiera emergido si detrás de ellas, y de las articulaciones entre comunicaciones y energía, no hubiera estado presente el   conocimiento, es decir el cambio científico tecnológico.

La cuarta revolución industrial

En medio de los Alpes suizos, el 20 de enero de 2016, Klauss Schwab (Fundador y presidente ejecutivo del Foro Económico Mundial) presentó la investigación “La Cuarta Revolución Industrial”. La obra de Schwab muestra el cambio que se dio desde el conocimiento analógico (finales del siglo XIX y comienzos del XX), pasando por el digital (finales del siglo XX) hasta llegar al que tenemos actualmente y que se va a perfeccionar en el futuro: el conocimiento “inteligente” basado en la inteligencia artificial que traerá un cambio profundo y sistémico. Señala Schwab que “…las innovaciones tecnológicas más importantes están a punto de generar un cambio trascendental en todo el mundo (Schwab;2016: p.23).

Estas condiciones irán a cambiar todos los aspectos de nuestra manera de trabajar y de vivir. Necesariamente traerán mutaciones en los negocios y en la sociedad e irán a afectar, ineludiblemente, a la empresa del futuro.  La justificación la trae Peter Drucker (1996) cuando afirmaba que el conocimiento, por más especializado que hubiera sido, era incapaz de producir algo por sí mismo, y necesitaba precisarse en tareas concretas para volverse productivo, por esta razón la “sociedad del conocimiento” debe ser también la “sociedad de las organizaciones”. En su libro “La Gerencia en la Sociedad Futura” Drucker señala que “…ya no podemos confiarnos en la ventaja competitiva de los conocimientos. La tecnología viaja con una rapidez increíble” (Drucker; 2013: p.80).  

De modo que, si asumimos que la función de toda organización es la integración de conocimientos para llevar a cabo actividades en común para crear valor y, si convenimos que la sociedad del conocimiento es obligatoriamente una sociedad de organizaciones, debemos inferir igualmente que su órgano central es la administración. Así, esta disciplina tiene una “función social” pues su papel consiste en obtener que los conocimientos sean productivos, pero como su práctica requiere habilidades generales y destrezas profesionales, Drucker no duda en calificarla igualmente como un “arte liberal” al estilo de las que conformaban el trivium y el quatrivium en las primeras universidades de los siglos XI y XII

La administración, en consecuencia, se perfila como la disciplina de la “sociedad del conocimiento” y ésta como una importante invariante que se avizora como tendencia imprescindible hacia el futuro. 

 

Tendencias del futuro – Los productos “inteligentes”

 

Tres megatendencias están llamadas a afectar y configurar la empresa del futuro, a saber: el cambio tecnológico, ya mencionado, que ha logrado que el mundo haya dejado de ser analógico (Siglo XIX) para convertirse en digital (Siglo XX) y luego en “inteligente” (Siglo XXI y hacia adelante), la globalización y la transfronterización y la preeminencia del bien general sobre el bien particular.

Joël de Rosnay es conocido por la creación de la teoría del “macroscopio” según la cual todos los seres vivos pertenecemos al mismo ecosistema biológico al cual estamos integrado por una maravillosa simbiosis. Algo similar, explica de Rosnay, ocurre entre los seres humanos y un nuevo sistema que se llama el ecosistema digital. Esta teoría la explica en una reciente obra: “Je cherche à comprendre…les codes cachés de la Nature” donde señala que estamos integrados a otro ecosistema, el digital, en una perfecta simbiosis que nos convierte en “seres humanos aumentados”, porque poseemos más de los cinco sentidos con que nacimos. De hecho, tenemos el don de la ubicuidad, estando presentes en varios sitios a la vez por medio de la función de video de nuestro computador o celular; poseemos el don de la orientación a través de nuestras aplicaciones de GPS (Global Positioning System) como “Waze” o “Google Maps”; nuestra salud se ha convertido en más preventiva que curativa, acudiendo a aplicaciones que nos informan el funcionamiento de nuestros sistemas biológicos (ritmo cardíaco, aumento de peso, resultado del ejercicio que hacemos etc.); somos políglotas, vía traductores perfectos como “Google translate”; poseemos una amplia información, en tiempo real,  por medio de buscadores como Google, Yahoo, etc. Solamente estamos limitados por la cobertura de internet que el mundo es del 54.4%, en América Latina del 67%. 

La economía del conocimiento es la condición de una sociedad que produce y consume conocimiento, entendido este como la producción de ciencia y la generación de tecnología.

William Halal, a través de una encuesta “delphi” que realiza todos los años, ha demostrado que las tecnologías del futuro estarán abrigadas en las siguientes familias:

 

  • Comercio electrónico
  • Energía y medio ambiente
  • Tecnologías de la Información y comunicaciones
  • Manufacturas y robótica
  • Medicina y biogenética
  • Transporte y
  • Espacio

 

La informática, según lo dicho, es una modalidad tecnológica de carácter transversal que da lugar a que todas las otras se puedan tornar “inteligentes” en virtud del impacto de la inteligencia artificial.

 

Emprendimientos triunfadores

 

Igualmente, la organización “inteligente”, la que Senge (1996) definía como “…la que tiene la capacidad sostenida para aprender más pronto que la competencia” (Senge;2014:p.11) que será la empresa del futuro se irá a caracterizar por estar basada más en la demanda que en la oferta, por estar orientada a los servicios más que a la producción de bienes, porque irá a contar con consumidores que irán a preferir el uso del bien y no necesariamente la posesión de este y porque tendrá la posibilidad de generar mucha más riqueza siendo “inteligente” que siendo “analógica”.

De esto último dan fe empresas que se pueden considerar como las “mejores prácticas” de los negocios del futuro: Amazon, Google, Facebook, Alibabá. La marca Amazon vale actualmente 315,51 US billions, la marca Google vale 309 US billions Para tener una mejor percepción de estas cifras, valdría la pena compararlas con el PIB de países latinoamericanos como Colombia que para 2019 fue de US 330.23 billions o Chile US 298.23 billions. La marca Facebook vale US 158.97 billions superior al PIB de Puerto Rico que llega a US 101.13 billions. La marca Alibaba está estimada en US 131,25 billions superior al PIB de países como Ecuador US 108.4 billions. Solo los ingresos netos de Amazon, entre 2014 y 2018, alcanzaron la cifra de US 232,89 billions.

Una de las razones fundamentales del auge de las empresas señaladas está en que al comprender en la mayor importancia que tiene la oferta que la demanda, han logrado la posesión de miles de datos sobre los clientes; lo cual les permite llegarles de una manera mucho más precisa con el bien o el servicio requerido.

De acuerdo con Noah Harari (2018), para estas grandes empresas “…el verdadero negocio no es en absoluto vender anuncios. Más bien, al captar nuestra atención consiguen acumular cantidades inmensas de datos sobre nosotros, que valen más que cualquier ingreso publicitario” (Noah Harari;2018: p.101).

 

La economía colaborativa

La empresa analógica, que podría ser la empresa del pasado, ha estado más centrada en la oferta que en la demanda. Una ensambladora de automóviles, por ejemplo, busca producir los vehículos al costo más económico y colocarlos en el mercado buscando una ganancia óptima, mediando publicidad y técnicas de mercadeo. La empresa del futuro acude a la “economía colaborativa” que se lleva a cabo por medio de “plataformas”. Es la empresa “inteligente”. 

De acuerdo con Domenech (2015) “economía colaborativa es la expresión usualmente utilizada en castellano para designar lo que en inglés se conoce como sharing economy, peer-to-peer economy, mesh, collaborative economy o collaborative consumption, expresiones más o menos equivalentes, al margen de los particulares matices de significado que cada una de las cuales encierra. Con ellas se alude a los nuevos sistemas de producción y consumo de bienes y servicios que surgen a principios del siglo XXI y que aprovechan las posibilidades abiertas por los recientes avances de las tecnologías informáticas para intercambiar y compartir dichos bienes y servicios” (Domenech;2015: p.65).

La plataforma es capaz de identificar de manera perfecta las necesidades del demandante y articularlas con la oferta. Esta relación se fortalece en la medida en que la misma plataforma vigoriza sus fortalezas y corrige sus debilidades creando una situación de confianza cada vez mayor y propiciando un grado de exigencia que tiende a la excelencia, tanto en el demandante como en el oferente. Tal resultado se obtiene al solicitar la calificación del servicio por parte del consumidor e igualmente requiriendo la opinión del oferente con respecto a la conducta del consumidor. Si alguno de los dos obtiene una calificación inferior al promedio es excluido del mercado. El ejemplo que se ha tomado para explicar el desempeño de la economía colaborativa es “Uber”. 

 

Los emprendimientos del futuro

 

La economía colaborativa ya comienza a hacer carrera. En 2018, en América Latina obtuvieron ingresos importantes: Mercado Libre obtuvo US 56,3 millones. Amazon: US 22.4 millones y Alibaba US 11.8 millones. Y, lo que es más significativo, comienza a ser exitosa en negocios donde la confianza es fundamental para asegurar la supervivencia de la empresa. Es el caso de Bla, Bla, Car una empresa cuyo negocio es el alquiler de puestos en automóviles privados en viajes de ciudad a ciudad; Car2Go una empresa que alquila vehículos por horas como se suele hacer actualmente con las patinetas en las ciudades; SocialCar que permite cambiar de carro cada año y estrenar siempre el último modelo; Wallapop que se especializa en objetos de segunda mano. Estos ejemplos muestran que no es necesario poseer el objeto sino adquirir el servicio que presta. Hay otros casos donde la economía colaborativa comienza a destacarse con éxito: Upkork es una plataforma de “freelance” que asocia jóvenes profesionales o recién graduados, desempleados o personas que no desean vincularse a tiempo completo con las empresas y que provee mano de obra acudiendo a la importante fuerza vinculante de la economía colaborativa. Asimismo, WeWork, en el campo del alquiler de oficinas, provee sitios de trabajo por días, semanas o meses en sitios tan complicados como el centro de Nueva York o de ciudades de América Latina de alta densidad poblacional. Square es una plataforma que se encarga de llevar la contabilidad de los negocios.

Esta realidad que son las plataformas irá a transformar la empresa del futuro convirtiéndola en organizaciones de tipo economía solidaria. Basta con que alguien tenga una idea de negocio, por medio de la red puede conseguir el personal que requiere la puesta en marcha de la empresa, sabiendo que las plataformas le brindan no solo el personal específico para las tareas que necesita cubrir, sino que además le suministra la confianza en estas personas. El local y la contabilidad también la proporcionan la economía colaborativa e incluso, lo más difícil, como es el capital para poder la idea en ejecución. Para ello existen plataformas como Funding Circle que asocia a los inversionistas con los dueños de las ideas.

En conclusión, la empresa analógica de tipo piramidal con un jefe y subalternos (jerárquica) se tipifica cada vez más como organizaciones del pasado y la empresa interactiva, asociación de trabajadores independientes (heterarquía) se perfila como la organización del futuro gracias a la inteligencia artificial.

 

Desempleo

 

Un tema contiguo al desarrollo empresarial es el cambio radical que se va a presentar con respecto al fenómeno del empleo. 

En 2013, Carl Benedikt Frey y Michael Osborne, investigadores de la Universidad de Oxford publicaron una investigación sobre el futuro del empleo llamada: “The future of employment: ¿how susceptible are jobs to computerisation?”. Los investigadores concluyen que aproximadamente el 47% de los empleos del futuro irán a ser remplazados por robots. Esta información fue tomada por el periodista y premio Pulitzer de la Cadena CNN, Andrés Oppenheimer, quien se dio a la tarea de verificar paso a paso las afirmaciones de Frey y Osborne, y dio lugar a una obra titulada por el mismo como: “Sálvese quien pueda”.  El autor examina el impacto de la robótica y los algoritmos en el empleo de las distintas profesiones y concluye dando recomendaciones frente a la actitud que es necesario tomar para prepararnos a abordar el mundo del mañana. 

De acuerdo con Ford (2015) “hay una creencia generalizada- sustentada en evidencia histórica que se remonta por lo menos a la revolución industrial- de que, si bien la tecnología puede acabar con puestos de trabajo, empresas, e inclusos industrias enteras, por otro lado también genera nuevas ocupaciones” (Ford;2015:256).

Lo que se está analizando ahora es si sucederá lo mismo con el cambio que hoy estamos viviendo.

 

Globalización

 

La empresa del futuro no solamente será “inteligente” sino que esta condición le permitirá perfeccionar otras características como la globalización o mejor la transfronterización y traerá al orden del día la imperiosa necesidad de recurrir a la ética; un aspecto que la sociedad comienza a valorar como fundamental para recuperar la confianza en la institucionalidad y las organizaciones.

La globalización, entendida como la interdependencia de todas las actividades humanas, no es un fenómeno del futuro, diariamente presenciamos que,  gracias a la presencia de las tecnologías de la información y las comunicaciones, el planeta se interconecta y se desatan relaciones de organizaciones y personas que generan un nuevo bien que podríamos llamar “relacional”, fenómeno  intangible fruto de un planeta que rompe sus fronteras geopolíticas y geoeconómicas y cumple con el sueño de la “aldea universal” vislumbrado por Marshal Mac Luhan en los años sesenta. Como también señala muy bien Huntington (2019) “…por primera vez en la historia, la política global se ha vuelto multipolar y multicivilizacional “(Huntington;2019: p.21)

Pero lo que será novedoso para la empresa del futuro es que en la medida que su producto sea intangible, como lo es la articulación entre oferentes y demandantes, o los bienes digitales como video juegos, videos, etc., y en general la industria de la creatividad, la empresa irá a estar en conflicto con las instituciones encargadas de regularlas, simplemente porque estas instituciones son analógicas y el producto de la empresa es digital o “inteligente”. Este conflicto ya comienza a despuntar. Amazon, Google, Facebook, Alibaba, para poner solo un ejemplo, son empresas que rompen fronteras. Su casa matriz funciona en los Estados Unidos o en China, pero sus mercados hace mucho superaron las limitaciones geográficas de sus países de origen.  

Las primeras objeciones comenzaron por el hecho de que venden fuera de su territorio y no tributan impuestos en los países a donde llegan, y el conflicto se recrudece cuando esta conducta, que es propia de empresas del mundo digital “inteligente”, escapa al control de instituciones analógicas como son las encargadas de regular las exportaciones y las importaciones y de recolectar aranceles e impuestos. De acuerdo con Bauman (2018) y hablando del tiempo líquido en que vivimos “los medios probados con éxito en el pasado deben someterse a un control y a una revisión constante, ya que podrían mostrarse inútiles o del todo contraproducentes al cambiar las circunstancias (Bauman;2018: p.10).

Prácticamente, se puede decir que la empresa del futuro es mayormente portadora de preguntas que de respuestas. Viviremos en un mundo donde lo analógico será cada vez más patrimonio del pasado y lo “inteligente” cada vez más asunto del futuro; donde la competitividad y la búsqueda de la excelencia crecerán exponencialmente. Ante esta situación de cambio permanente, quienes son responsables de conducir las empresas necesitan herramientas distintas de las tradicionales; deben tener la capacidad de ver hacia adelante como lo explicaba alegóricamente Gastón Berger, el padre de la prospectiva, “mientras más rápido vaya el automóvil, más lejos deben alumbrar sus faros”.  En esta situación donde “lo único permanente es el cambio” el gerente necesita estar formado en disciplinas como el pensamiento estratégico, la prospectiva, la vigilancia tecnológica, el pensamiento disruptivo y la inteligencia competitiva.

La empresa del futuro no será una unidad aislada. Surge con potencia el concepto de “cadena de valor” dentro del cual los diferentes eslabones se articulan y complementan buscando el éxito y el óptimo desempeño del todo. Proveedores de materia prima, productores, procesadores, comercializadores, consumidores. El éxito radica cada vez más en la forma armoniosa de comportarse la cadena, sabiendo que cualquier disfunción crítica traerá consecuencias negativas a la totalidad del conjunto de sus eslabones. Esta situación se puede focalizar de manera más fina en el “clúster” llamado a ser la unidad competitiva por excelencia.

De acuerdo con los ejemplos mencionados, el emprendimiento del futuro deberá ser altamente resiliente y adaptativo, abierto al cambio y no limitado por las grandes barreras burocráticas. Hablar de cambio e innovación será parte de la cultura del día a día. De acuerdo con Naím (2016) y usando como ejemplo a Silicon Valley; en ese lugar “…hablar de cambio resulta como hablar de pan en una panadería. De eso viven, solo en eso piensan, y a eso dedican el inmenso talento que allí se concentra y la inimaginable cantidad de dinero listo para apostar por las ideas más audaces (Naím;2016: p.191).

 

El mercado

 

La velocidad del cambio afecta también a los mercados. Antiguamente había estabilidad y su comportamiento no era difícil de predecir. Hoy, y en el futuro, aparecen mercados cada vez más sofisticados, globales y complejos cuyos segmentos y nichos cambian y evolucionan constantemente porque se modifican los niveles de ingreso, la distribución de la riqueza, los hábitos de consumo, las preferencias y los valores de los consumidores.

Tampoco se libra del cambio la propia competitividad. El enfrentamiento “salvaje” que se inspiraba en el principio darwiniano según el cual “las especies mejor dotadas sobrevivían y las menos dotadas perecían” tiende a matizarse con diversas formas de “coopetencia” encaminadas a potenciar colectivamente el valor de las organizaciones, que van desde diferentes modalidades de asociatividad, colaboración, alianzas, “joint venture”, alquiler de franquicias hasta “océanos azules” donde cada quien lucha en espacios propios que no perjudican a sus rivales.

El consumo del futuro irá a estar en coherencia con los valores, antivalores y creencias de las generaciones del mañana.

La Generación Z (nacidos a partir del año 2001 hasta hoy) representaba el 32% de la población mundial en 2019, que sumaba 7,700 millones de personas, con lo que superará a los millennials que son la generación nacidos en la década de los 80 y hasta el 2000, quienes sumarán un 31.5%.

Responsabilidad social

 

Finalmente, hacia futuro las empresas deberán ser más responsables socialmente y necesariamente mayormente orientadas a privilegiar el bien común sobre el bien particular, es decir deberán ser cuidadosas de decisiones que afecten a terceros, porque el accionar empresarial no está desligado de la sociedad en la que existe. Dicha responsabilidad no se refiere a ser “amigable” con el medio ambiente sino al compromiso que tiene la empresa de contribuir con el desarrollo, el bienestar, y el mejoramiento de la calidad de vida de los empleados, sus familias y la comunidad en general. Es decir que las empresas cada vez más son impelidas a adoptar una conducta y una visión social de su quehacer natural.  Fenómeno que está íntimamente relacionado con el veredicto del consumidor quien cada vez se torna más exigente porque está más informado. 

El usuario es el veedor natural más importante que tiene la empresa y cuya presencia es día a día más imperiosa, en la medida que en el mundo toma prestancia un actor social de reciente aparición cual es una “sociedad civil” activa y con capacidad de reversar las decisiones que no se encaminen al bien común.

Ahora bien, si podemos visualizar una empresa del futuro diferente a la del pasado, igualmente es viable obtener conclusiones en torno al empresario y al gerente del mañana.

Una primera inferencia es que, si los seres humanos estamos llamados a ser personas “aumentadas” interactuando con el ecosistema digital, según la teoría de de Rosnay, el gerente del futuro deberá igualmente ser un profesional que interactuando con el mundo digital e “inteligente” sea capaz de sacar el máximo provecho para ejercer sus funciones. Deberá por lo tanto interactuar exitosamente con plataformas, algoritmos y aplicaciones que le permitan optimizar la gestión.

Asimismo, tendrá que prepararse para interactuar con un tipo de personal que irán a ser más “pares” que subordinados en la medida en que la empresa del futuro tenderá a ser más de tipo cooperativa que de tipo piramidal.

De lo hasta aquí dicho podemos extraer como corolario cuatro ideas, a saber:  Es fundamental explorar las condiciones que tendrá la empresa del futuro, la empresa del mañana deberá ser necesariamente amigable con el medio y responsable socialmente, los parámetros para evaluar la competitividad empresarial serán novedosos y será un imperativo que las empresas y organizaciones creen culturas anticipatorias y estrategias con visión de futuro.

Sobre esta cuarta idea señalan Schwartz (2013) que “nuestras capacidades actuales, ya no son suficientes en un mundo que requiere líderes que no solo puedan dirigir sino también reconstruir sus organizaciones; sus normas, misiones y cultura” (Schwartz;2013: p.38).

 

Conclusiones

 

El análisis anterior, apoyado por los aportes de actores clave en el análisis de las empresas del futuro, nos señala la trascendencia que tendrán los emprendimientos centrados en el marco de las tecnologías digitales.

En primer lugar, hemos destacado que el derrotero de la generación de la riqueza está orientado hacia la sociedad y la economía del conocimiento ya no el analógico de los siglos XIX y XX sino el planteamiento “inteligente” del futuro, el de los algoritmos, las plataformas y la inteligencia artificial. Entender este postulado es reconocer las nuevas reglas de juego del cambio mundial y comprender que frente a un entorno caracterizado por el cambio y la turbulencia no se puede reaccionar con las propuestas tradicionales concebidas para navegar en aguas tranquilas y cielos despejados.

En segundo lugar, transitando por caminos posibles de futuro podemos concluir que la Administración de Empresas en América Latina puede emprender diferentes derroteros unos más exigentes que otros. Los fáciles la podrían llevar a situaciones de supervivencia, pero no de competitividad, sencillamente porque todo triunfo supone visión de futuro, tomar riesgos y hacer sacrificios. 

La responsabilidad de los emprendimientos latinoamericanos en este ámbito será entonces la de responder las preguntas que la realidad nacional le hace para hacer exitoso el emprendimiento en el país. Tales preguntas están implícitas en los cambios que se requieren para alcanzar el emprendimiento que queremos y para evitar caer en situaciones indeseables

He aquí algunas de ellas:

En el campo del desempeño tecnológico y la innovación

  • Cómo la mayor comunicación móvil puede activar el éxito de nuevos emprendimientos
  • Qué rendimientos podría generar los capitales de riesgo en inversiones de la economía digital “inteligente”.
  • Cuál podría ser el impacto de la ciberseguridad en los emprendimientos del futuro.
  • Cómo las tecnologías transformadoras e inteligentes podrían optimizar el desempeño de los clústeres y las cadenas productivas
  • Cómo puede América Latina innovar en emprendimientos del ámbito “inteligente”.
  • Qué tipo de gestión irán a requerir los nuevos negocios “inteligentes” cuya estructura ya no podrá ser piramidal

En el campo del capital humano

  • Qué tipo de formación irá a requerir el gerente de emprendimientos “inteligentes”
  • Qué tipo de formación deberán impartir las escuelas de negocio del futuro
  • Qué tipo de habilidades irán a requerir negocios como las plataformas y los algoritmos 
  • Qué soluciones puede haber para el desempleo que se espera generen las empresas mencionadas.
  • Qué papel irá a jugar la variable género en el campo de los emprendimientos “inteligentes”
  • Qué cambios debe sufrir el sistema educativo para formar desde ya al emprendedor del futuro.

En el ámbito del Marco Institucional

  • Cómo se debe diseñar las políticas públicas que impulsen los nuevos emprendimientos
  • Cómo romper el cortoplacismo para las instituciones latinoamericanas adquieran visión de futuro
  • Cómo replantear los marcos normativos para hacerlos capaces de una acción efectiva en el futuro

 

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